miércoles, 21 de diciembre de 2011

LOS FLAITES

 
                        Haciendo un análisis de la situación del país después de las protestas estudiantiles, del profesorado, padres y apoderados, caceroleo de por medio y de algunas organizaciones de trabajadores, es muy difícil entender este descontento tan generalizado, en un año de crecimiento económico, aumento del empleo y remuneraciones y otros índices muy auspiciosos, junto a beneficios muy concretos otorgados a los más desposeídos y sociedad en general.

                        Creo que la desgracia de este país, se debe al tan odiado capitalismo y neoliberalismo que permitió algo inédito, al crear tanta riqueza en tan poco tiempo, permitiendo que una inmensa cantidad de la población, de un estrato socio económico cultural muy  bajo, accediera a un nivel de ingresos inimaginable para ellos y que junto a una estructura comercial de una gran capacidad crediticia, les dio la posibilidad de adquirir bienes que nunca soñaron. Este cambio tan repentino, para el cual no estaban preparados, los perdió inmersos en una sociedad que no les dio oportunidades para insertarse, paulatinamente, en su nueva situación; terminando en un estado de frustración lamentable por falta de identidad, que los llevó a dilapidar sus ingresos en estética personal, basada en gustos muy precarios, tatuándose, perforándose y peinándose estrafalaria y ridículamente y junto con ello, descontroló su alimentación, pasando de una condición de desnutrición (no olvidemos que fue derrotada en1988) al de obesidad, que se está convirtiendo en una verdadera lacra social. Finalmente, esta frustración, junto a la profusa campaña mediática que les mostraba posibilidades infinitas de alegría y felicidad, inalcanzables para ellos, los motivó a protestar por todo, desarrollando un culto al feísmo, rayando, basureando y destruyendo todo lo que el resto consideraba bello, limpio y grato.

                        Este nuevo grupo social dentro de nuestra sociedad es tan numeroso, característico e identificable que ya cuenta con un nombre propio reconocido en todo el país, como son los “flaites”, que vemos en todas partes, que en Viña del Mar se tomaron la calle Valparaíso y que en Santiago ya son dueños del paseo Ahumada, donde saborean infinidad de fritangas de la peor especie los fines de semana, usan profusamente el Metro y Transantiago en sus desplazamientos y ya están tomando el control de las calles de Providencia, donde campean como ambulantes, tarotistas o simples visitantes. Estos flaites son tan numerosos y vistosos que han influido en otros estratos de la sociedad que, por diversión, imitación o simpatía, están copiando su aspecto y así vemos como se ha extendido la ordinariez y procacidad en gran parte de la población, con la enorme ayuda de los medios de comunicación, en especial de la TV. Es así como, ya nos estamos acostumbrando a ver a una inmensa mayoría de nuestra juventud, tatuada, con sus rostros y cuerpos perforados, llenos de colgajos, sortijas y amuletos, privilegiando el aspecto sobre el intelecto; acudiendo como rebaño a recitales de bandas de dudosa calidad; retrotrayéndonos a costumbres tribales de las más primitivas civilizaciones.

                        Este grupo humano ha sido terreno fértil para los medios de comunicación y el mal llamado progresismo que, con su permanente discurso de la desigualdad, han aumentado su frustración y creado un odio, hacia quienes ellos ven como impedimento a su posible ascenso en la escala social, cuya representación más precisa serían los “ricos” o los “empresarios” y como están dispuestos a expresar su frustración, ella se ha dado a conocer a través de los grafiteros, barras bravas, protestas estudiantiles, encapuchados, okupas y anarquistas.

                        Antiguamente, la movilidad social era muy baja y mucho más lenta; partiendo por la educación y producto de ella, la prosperidad económica; permitiendo el pausado surgimiento e inserción de los individuos a los estratos mas altos de la sociedad, llevándolos a una total integración, sin mayores traumas. Es así como colonias extranjeras que originalmente eran despreciadas, hoy día están incorporadas en plenitud a los estratos socio económico más elevados de la sociedad y del país.

                        Sin embargo; la movilidad social de aquella época, era producto del paternalismo y del clientelismo político y no del crecimiento económico; impidiendo la masificación a que hemos llegado en los últimos 30 años, fruto como dijimos del tan odiado modelo económico, que le entregó a este grupo social los recursos para surgir y no la formación personal, que les permitiera adaptarse adecuadamente al nuevo medio en el que deberían desenvolverse.

                        Se me ocurre que es urgente darle solución a esta situación que vive una parte importante de nuestra población; solución muy dificultosa al encontrarnos con la decadencia de las instituciones que podrían contener estos desbordes, como el matrimonio, hoy tan venido a menos, que ha provocado la destrucción de la familia como núcleo de la sociedad; dedicando a los adultos a la búsqueda de la felicidad sexual a cualquier precio, según los patrones que les entregan los medios y que de tanto buscarla jamás la encontrarán. En este escenario, es muy difícil educar en el rigor a niños y jóvenes para que entiendan que, solo para vivir en este mundo, es imprescindible trabajar muy duro y solo en ese esfuerzo, es donde podríamos encontrar la felicidad ya que, menos del 1% de la humanidad es la que puede gozar del ocio y por lo tanto; quienes quieran llegar a ese estado de opulencia, lo más probable es que mueran frustrados y deprimidos en el intento.