PRONUNCIAMIENTO
O GOLPE MILITAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
Las violaciones a los DD.HH. en el Gobierno
Militar (G.M.), fueron la herramienta utilizada por la U.R.S.S. desde el mismo
11 de septiembre de 1973, cuando se destituyó por las armas al gobierno
socialista de Salvador Allende y la Unidad Popular (UP). Esta herramienta se
elaboró como parte de una planificación a largo plazo, para conseguir el
derrumbe de occidente y en el caso chileno, para derrocar al G.M.
Mientras
el G.M. estuvo en el poder la labor la desarrolló la radio Moscú, difundiendo
mentiras y verdades a medias a todo el orbe sobre atrocidades perpetradas por
el G.M., desarrollando un dossier recopilado por la oposición interna al
gobierno, muy bien dirigido por la iglesia chilena bajo la tutela del Cardenal
salesiano don Raúl Silva Henríquez. Esta labor de desprestigio del G.M., dio
muy buenos frutos en el frente diplomático de occidente que en la ONU, condenó
al país repetidamente por violaciones a los DD.HH., con aplicación de sanciones
diplomáticas y comerciales, especialmente por parte de EE.UU.
Curiosamente,
las FF.AA. chilenas, muy apegadas a la constitución con un respeto
incondicional a las autoridades legítimas de la República, después de 3 años de
apoyo irrestricto al gobierno de Allende al que, en 2 oportunidades, a ruego
del propio Allende impidieron su caída, cubriendo con militares los principales
ministerios, en octubre de 1972 y marzo de 1973; en vista que el país se
encontraba sumido en un caos político, social, moral y económico sin
precedentes, con la Contraloría, el poder Judicial y el poder Legislativo
llamando a las FF.AA., con una mayoría sustancial, a deponer al gobierno y ante
la inminente posibilidad de un quiebre de las propias fuerzas militares con el evidente
enfrentamiento en una guerra civil de imprevisibles consecuencias; el alto
mando tomó la responsabilidad de deponer al gobierno y asumir el poder de la
Nación por las armas.
Sin
duda, las FF.AA. no están preparadas para asumir el gobierno del país; pero,
aunque no es su función, ante la situación de caos provocado por el gobierno y
la odiosidad introducida en la población por el mismo gobierno y que los
poderes del estado fueron incapaces de darle una salida constitucional a dicha
situación; las FF.AA. eran la única reserva moral que permitía dar
gobernabilidad a la Nación y así lo hicieron.
Ahora
bien, al asumir el poder por las armas, se acabó la democracia y el estado de
derecho y el alto mando militar que asumió el gobierno central, para controlar
el orden del país entero, debió delegar su autoridad en los diversos mandos
regionales y comunales del país; confiando en el buen criterio de todos ellos
quienes, junto a toda la nación, estaban contaminados con todas las taras que
había creado el gobierno depuesto. Ante situaciones como esta, en el mundo
entero, cuando se asume el poder por la fuerza, es imposible que no se
produzcan violaciones a los DD.HH. y la única manera de evitarlo es que nunca
un gobierno lleve a un país a una situación de quiebre institucional, en que
deje de operar la democracia y el estado de derecho, que obligue a usar las
armas para restituir el orden institucional que, en definitiva, fue lo que hizo
el G.M.
El
alto mando de las FF.AA. inicialmente gobernó a través de bandos con
instrucciones a los mandos subordinados y en todos ellos, se instruyó el
respeto por los DD.HH. de los ciudadanos; pero, en la confusión de los primeros
años se produjeron desviaciones a estas instrucciones y en algunos casos se
produjeron barbaridades inevitables y por la misma falta de un estado de
derecho, tampoco fueron castigadas con el rigor correspondiente. En toda esta
confusión, sin duda, los únicos responsables de lo ocurrido una vez depuesto el
gobierno de Allende, fueron los altos mandos de las FF.AA.; pero, en caso
alguno podría caberles responsabilidad a los mandos subordinados, así hayan
actuado por cuenta propia; cabiéndoles solo la culpabilidad por una acción
inexcusable. Actos que nunca habrían cometido si no se hubiera depuesto un
gobierno, desapareciendo el estado de derecho y la democracia, junto a todas
las instituciones de la República.
Siendo la Junta de Gobierno que asumió el poder a partir del 11 de septiembre de 1973, los únicos responsables de las violaciones a los DD.HH. que ocurrieron a partir de esa fecha; cabe preguntarse la razón de la toma del poder y ella no fue otra que el poder civil perdió la capacidad de gobernar el país y la única alternativa era esperar una guerra civil o que las FF.AA. tomaran el control por las armas. Por lo tanto; la total responsabilidad de las violaciones de los DD.HH. en el G.M. fue el gobierno depuesto que obligo a las FF.AA. a tomarse el poder, con las consecuencias que ello conlleva.
En
resumen, el gobierno de Allende que violó la constitución y fue incapaz de
seguir gobernando el país, obligó a las FF.AA., que nunca quisieron tomar el
gobierno, a actuar tomando las riendas del país, con todas las consecuencias
correspondientes. Luego, el gobierno de Allende y la UP, son los únicos responsables
de la toma del poder por las armas con todas sus consecuencias, incluidas las
violaciones de los DD.HH. que pudieron ocurrir.
Una
vez que el G.M. regularizó la situación del país y entregó el poder
pacíficamente, cualquier gobierno sensato y decente hubiera decretado un punto
final a todas las controversias del pasado, borrando todo lo ocurrido durante
el periodo de caos y regularización del país o de lo contrario; haber juzgado a
los únicos responsables de la toma del poder, que eran los altos mandos de las
FF.AA. que, en 1990 estaban en condiciones de responder por sus actos.
Sin
embargo; el primer gobierno democrático que asumió el poder después del G.M. en
manos del elegido don Patricio Aylwin, optó por la peor transición imaginable,
nombrando una comisión que hurgara desde 20 años atrás en las violaciones de
los DD.HH. durante el G.M.; abriendo heridas del pasado que seguirían supurando
para siempre, con su secuela de odio y resentimientos. Por otra parte; el Sr. Aylwin, si no estaba de acuerdo
con el pronunciamiento militar de septiembre del’73 que el mismo promovió, no tuvo la entereza moral de ordenar el
enjuiciamiento de los responsables de la toma del poder, que eran los altos
mandos de las FF.AA.; permitiendo que la justicia terminara
responsabilizando, 40 años después de los hechos, a jóvenes imberbes, sin
responsabilidad alguna en los actos que les mandaron ejecutar, originando una
enorme injusticia, violando además, los DD.HH. de ancianos inocentes.
Vale
la pena recordar que para el 11 de septiembre de 1973 Cuba había armado en
Chile, un ejército paralelo como lo reconocían el propio Aylwin y Eduardo Frei Montalva
que, en definitiva nunca actuó y nadie se explica qué pasó con ellos y la
respuesta es muy simple; porque, se debió a la muy sabia idea de la Junta
Militar de bombardear La Moneda con la FACH; recinto que podría haberse tomado
en un par de horas con una sección del Ejercito; pero, con el potente
bombardeo, a la vista del país entero, disuadió cualquier intento de oponerse a
nuevo gobierno, hecho que salvó muchas vidas; bastante más que las vidas
perdidas en las violaciones a los DD.HH. que se le achacan al G.M.
Más
aún, el informe Rettig que investigó las violaciones de los DD.HH. durante el
G.M. llegó a que en los 17 años de ese gobierno, hubo 900 detenidos
desaparecidos que algunos han ido apareciendo, 1200 muertos a quienes les habrían
violado sus DD.HH. y 600 muertos por violencia política. Este informe, fue un
mentís para los furibundos opositores al G.M. que hablaban de “política de
exterminio” o “genocidio”; terminando con 2.000 afectados en 17 años, cifra
menor a los fallecidos anualmente en
accidentes de tránsito en el país. En vista de ello, el gobierno de Ricardo
Lagos creó la comisión Valech para investigar las torturas durante el G.M. que
operó durante un año con personeros de gran actividad laboral, para que
recibieran denuncias de torturas con la motivación que, a quienes la comisión
validara su tortura, recibiría una pensión vitalicia, fuera de otras prebendas.
En definitiva recibieron alrededor de 35 mil denuncias y fueron validadas 30
mil.
Ahora,
suponiendo que la comisión Valech opero un año estudiando las 35 mil denuncias,
en un trabajo, imposible de llevar a cabo en un año por los comisionados, de 8
horas diarias 5 días de la semana, a cada caso no le dedicaron más de 3 minutos
de estudio, validando los 30 mil; significando que la validación fue una farsa
para aprobar un número adecuado, a los intereses de los acusadores del G.M.
validando, prácticamente, el máximo de los nombres registrados en los archivos
de la vicaría de la solidaridad, organismo amparado por la iglesia durante el
G.M.
Que
se esté culpando, juzgando y condenando a militares subalternos por violaciones
a los DD.HH. durante un gobierno impuesto por las armas; es tan ridículo a que
se hiciera lo mismo con un ejército que vuelve triunfante de una guerra, por
acusaciones aceptadas de parte del enemigo.
Todo lo ocurrido durante el G.M., es lo mismo que ocurrió en España en la guerra civil, en la revolución Rusa, en la toma del poder de Mao, la revolución cubana y en Argentina. Sin embargo; en nuestro país, fue donde más se respetó a la ciudadanía y protegió la vida humana; basta comparar las cifras de cada caso citado.
Finalmente
e irónicamente, para poder formarse una idea más precisa de la “crueldad y miseria” que vivió el país
en esa tan “terrible dictadura criminal”
del G.M., basta mirar a las principales autoridades y académicos de renombre
desde 1990 a la fecha, cuya inmensa mayoría se formó y estudió en el país
durante el G.M. y que, después de 17 años, ese gobierno recibió el apoyo de
casi el 50% de la ciudadanía; demostrando que fueron muy pocos los que sintieron los “amargos efectos” de tan “horrible
gobierno”, tal como lo dijo el ex embajador Otero en el gobierno de Piñera,
cuya declaración le costó su cargo.
En
síntesis, si lo que se buscaba hubiera sido obtener justicia, en el gobierno de
Aylwin, debieron haber llevado a tribunales a los responsables de la toma del
poder el 11 de septiembre de 1973, que eran los Comandantes en Jefe de las
FF.AA. y Director de Carabineros; declarando un punto final a cualquier
investigación de hechos ocurridos en ese periodo, en que no había estado de derecho.
Las
condenas actuales a oficiales, cuadro permanente y gente de mar de las FF.AA.,
es una aberración y una violación a los DD.HH. de esa gente, que solo cumplió
con lo que se les ordenó y la inmensa mayoría de ellos no incurrió en actos
ilícitos, ya que, para condenarlos, se tuvo que recurrir a ficciones jurídicas
como lo reconoció un juez que participó en esos juicios.