jueves, 3 de noviembre de 2011

DERECHOS HUMANOS


            Durante 20 años los gobiernos de la concertación, lenta y paulatinamente, utilizaron el tema de los Derechos Humanos (DD.HH.) para destruir a la oposición y consolidarse en el poder, consiguiendo lo primero que, en definitiva, les permitió gobernar sin contrapesos durante esos 20 años, adjudicándose para ellos todos los logros alcanzados por el Gobierno Militar (GM) que les permitió contar con ingentes recursos para conseguir sus propósitos; mostrando como propio el nivel de desarrollo alcanzado por el país en el ámbito Latinoamericano, reconocido mundialmente.

            La primera acción para poner a los DD. HH. en el primer lugar de la agenda, fue la conformación de la comisión Rettig que, después de un acabado estudio, evacuó un informe determinando que en los 17 años del GM hubo 900 desaparecimientos de personas y 1200 muertos, a quienes se les habrían violados sus derechos. Considerando el estado de descomposición con que el GM recibió el país, en una confrontación social que engendró un odio descomunal, que venía forjándose por mas de una década; el resultado de este informe fue insignificante y en lugar de desprestigiar al GM, más bien mostraba una preocupación por la protección de la vida humana, al exhibir en 17 años a un número de afectados bajísimo y si más encima agregamos que de los 900 desaparecidos, varios de ellos han ido apareciendo y que a muchos de los 1200 fallecidos, nadie les violó sus derechos, sino, murieron en enfrentamientos como los casos emblemáticos de Miguel Enríquez y el comandante Pepe; este manido informe, no bastaba para conseguir el objetivo buscado por el gobierno de la época.

            Cada vez que alguien planteó la baja cantidad de afectados determinada por el informe Rettig, el “progresismo” en masa replicaba que el problema de los DD.HH. no consistía en el conteo de muertos para determinar su magnitud y que bastaba una sola vida humana perdida para repudiar con la máxima energía al GM. Argumento muy fácil de esgrimir mientras se vive una democracia plena, regida por un estado de derecho; pero, muy distinto si se considera una democracia totalmente desmantelada, sin estado de derecho y que se debió acceder al poder por las armas; en que en los primeros meses, el gobierno central debió confiar en sus mandos medios para controlar un país convulsionado, muchos de los cuales estaban imbuidos en la lucha fratricida a que nos había conducido el gobierno de Allende. Fue en esas circunstancias iniciales donde ocurrieron la inmensa mayoría de los abusos determinados que, gracias a la preocupación del gobierno se minimizaron, al punto que en los 17 años de ese gobierno se encontraron menos afectados que los producidos anualmente en accidentes de tránsito. Si esto no es un logro, basta mirar al lado, en Argentina, que en un periodo más corto hoy lamentan más de 30.000 desaparecimientos de personas o la dictadura de los Castro en Cuba, con más de 20.000 muertos y para que seguir con cualquier otro caso semejante de la historia mundial. Por lo tanto; el trato con que hoy todos los medios se refieren al GM, como la “dictadura genocida” o “sangrienta” es, a lo menos, una exageración.

             Conforme a lo expresado, con un informe Rettig incapaz de destruir la impronta del GM; en la consecución de sus objetivos, el conglomerado gobernante continuó su plan de desprestigio, tergiversando la historia de los últimos años con el apoyo de historiadores y del periodismo en general, a través de todos los medios de comunicación de prensa, radio y muy especialmente de la TV. Es así como hoy, la inmensa mayoría de nuestro pueblo está convencida que el gobierno de Allende contaba con el apoyo popular, jugándose por el bienestar de los mas desposeídos y que unos militares sedientos de poder y de dinero, dirigidos por un demonio llamado Augusto Pinochet, a sangre y fuego lo sacaron de la presidencia para saquear el país. Junto a lo anterior, tomaron los casos más emblemáticos de abusos ocurridos en el GM, exacerbando su difusión, como la repetitiva exhumación de cuerpos y exequias de personas que sufrieron dichos abusos.

            Por otra parte, crearon la comisión Valech para recibir denuncias de torturas llevadas a cabo durante el GM, con el incentivo perverso de obtener una pensión de gracia para quienes dicha comisión, avalara sus denuncias. Esta comisión, en un año de sesiones analizó por no mas de 2 minutos cada uno de los 35.000 casos denunciados, de los cuales aprobó alrededor de 28.000 que quedaron vedados para una investigación judicial; pero, con un interesante apoyo monetario de por vida. Curiosamente, el único caso de tortura que llegó a tribunales, por una acusación  contra el director de Investigaciones de la época, don Nelson Mery, terminó con la condena de la denunciante por mentirosa.

            El paso siguiente en demanda de sus objetivos, fue arrinconar a la derecha para conseguir su apoyo en su vil y cobarde ataque concentrado en las FF. AA., sabiendo que no podían defenderse y que soportarían estoicamente esta embestida. Evidentemente, con una mayor dosis de cobardía, la derecha sucumbió ante esta acometida del oficialismo de la época; pasando de cantar “los valientes soldados” a desconocer su participación y apoyo al GM, votando a favor de todas las iniciativas legales en ayuda de las “víctimas” de la odiada dictadura, allanando el camino para no aplicar la ley de amnistía a los militares y dejando libres a todos los extremistas de izquierda en base a la misma ley.

            Que la derecha abandonara a los militares podría entenderse, en definitiva ellos son carne de cañón, para eso están y que se pudran en las mazmorras; pero, su cobardía llegó a tal extremo, que no solo renegó del GM, sino, hasta de sus propios postulados, que permitieron a ese gobierno convertir a Chile en un modelo para toda América; tratando ahora de posar de “liberal y progresista”, asemejándose a la concertación, creyendo que esa actitud le permitiría conseguir apoyo popular, incapaz de captar que nuestro pueblo, podrá ser ignorante para decidir su voto; pero, no es tonto para captar donde está la autenticidad de los políticos y esa derecha posando de  liberal progresista es tan poco autentica como grotesca.

Finalmente, como broche de oro, llegó la investigación de EE. UU., relacionada con las platas de Pinochet, que terminaron sepultando en la ignominia al general quien, sin tratar de justificar su conducta, con el poder que ostentaba no llegó siquiera a acercarse, al verdadero saqueo en masa de los recursos fiscales, que hemos observado en democracia, durante los gobiernos de la concertación; conducta que en definitiva los sacó del gobierno, permitiendo que la derecha accediera al poder, no por sus méritos, sino, por el descrédito de la propia concertación.

            Dicho lo anterior, la única verdad es que el gobierno de Allende ni en su mejor momento, tuvo un apoyo mayoritario de la población, constituyéndose en el peor gobierno desde los albores de la República, sin autoridad alguna, despreciado por la inmensa mayoría de un país que terminó totalmente paralizado y declarado inconstitucional por los otros 2 poderes del estado. Paradojalmente, desde antes de acceder al poder y en sus 3 años de gobierno, las Fuerzas Armadas apoyaron en forma irrestricta a Allende, lo que costó la vida de un Comandante en Jefe del Ejército y a lo menos en 2 ocasiones evitaron su caída, en octubre de 1972 y marzo de 1973, participando en el gobierno, encabezando los principales ministerios, a ruego del propio Allende, consiguiendo solo el desprestigio de sus altos mandos; mientras traicionera y miserablemente, personeros de gobierno, complotaban para quebrar a las FF.AA. y así conseguir el poder total.

            Solo cuando el quiebre de las FF.AA. era inminente, provocando una guerra civil con horrorosos resultados para el país, las FF.AA, depusieron al gobierno y tomaron el control del país. Curiosamente, el hoy sindicado como el cerebro macabro del golpe de estado, el general Pinochet, fue el que más dudó en participar de un levantamiento militar y el último en acoplarse al golpe.

            El GM recibió un país absolutamente destruido social y económicamente, con un odio entronizado en la población y sin estado de derecho. Habiendo accedido al poder por las armas y con una resistencia terrorista en ciernes, debió delegar en los mandos regionales y comunales el orden público; produciéndose en el primer año abusos y violaciones a los DD.HH. imposibles de evitar en esas condiciones, a pesar de todos los instructivos y directivas del gobierno central, que pretendían aminorar esta situación. Sin embargo; el propio informe Rettig muestra muy claramente que estos abusos y violaciones, fueron insignificantes ante el caos y anarquía que se vivió en el primer año después del golpe, período en que ocurrió el grueso de los alrededor de 2.000 casos que pudieron determinarse. Creo que no existe comparación en la historia mundial de un gobierno de facto, que haya accedido al poder por las armas y que pueda mostrar un mayor respeto por la vida humana que el GM  chileno.

            En definitiva, como toda la responsabilidad de lo ocurrido terminó cayendo sobre las FF. AA., es a ellas a las que se les exige que pidan perdón y se comprometan a un “nunca más” y no a los verdaderos responsables de la destrucción de la Republica, como fue el gobierno de Allende y la sociedad civil en su totalidad que perdió su capacidad de gobernarse; dejando al país al borde de una guerra civil. Son ellos quienes deberían pedir perdón y la sociedad civil la que debiera proclamar el “nunca más”. Las FF.AA. terminaron siendo las únicas instituciones de la República que cumplieron su cometido, obligadas constitucionalmente a apoyar al gobierno más nefasto de la historia de la nación y además, hacerse cargo de los restos insanos del país que les dejó ese mismo gobierno; para finalmente devolver en paz la democracia al pueblo y el estado de derecho en plenitud al país, convertido en la nación más próspera de Latinoamérica.

            Lo más patético de todo este asunto, es que quienes son los principales defensores de los DD.HH. y se declaran víctimas del GM; son los mismos que han abrazado la doctrina que más ha violado estos derechos y que durante el siglo XX esclavizó a cerca de la mitad de la humanidad. A tal punto ha llegado la hipocresía en el trato de este tema, que nuestra ex presidente doña Michelle Bachelet, declarada ferviente defensora de los DD.HH., victima de torturas según sus propios dichos, no titubeó en correr presurosa a postrarse ante Fidel Castro, uno de los dictadores más sanguinarios del orbe.

            Sin duda, quienes cometieron atrocidades, que las hubo, deben ser juzgados, condenados y sancionados; pero, ello debió finiquitarse en el primer gobierno democrático en beneficio de la paz social; por lo demás, fueron tan pocos los casos que, perfectamente, todos podrían perfectamente haberse terminado en 4 años, aplicando la amnistía al resto, en lugar de seguir escarbando la herida hasta nuestros días, con museos y organismos que mantienen el tema vigente que a nadie ayuda; al contrario, sigue constituyendo un lastre para nuestra sociedad.
          

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