lunes, 7 de noviembre de 2011

PREOCUPACION POR LOS POBRES

            El gobierno militar que nos gobernó hasta 1990, efectuó cambios estructurales profundos en el país e implantó una economía de libre mercado, que lo convirtió en la economía mas destacada de Latinoamérica. Estas transformaciones que, afortunadamente, se han mantenido hasta nuestros días, han sido la mejor herramienta para combatir la pobreza, mal endémico que nunca pudo mitigarse con infinidad de recetas de orden socialistoide, tan en boga en el siglo pasado. El gobierno militar, adoptó un sistema de medición de la pobreza que también se mantiene hasta hoy, con algunos ajustes que le han permitido a los gobiernos posteriores, magnificar resultados en el combate contra esta calamidad social; pero independiente de ello, gracias al crecimiento económico alcanzado, la pobreza ha disminuido sustancialmente  y nuestro estrato mas bajo de la sociedad, ha accedido a bienes que nunca imaginó.

            Para el socialismo fracasado del siglo pasado, hoy mal llamado progresismo, la pobreza siempre constituyó su combustible, indispensable para mantenerse con vida y en base a ello, no escatiman esfuerzos para que nunca vaya a desaparecer y así lo hicieron mientras fueron el eje de la concertación, coalición que nos gobernó por 20 años. Evidentemente, en el discurso oficial de estos gobiernos concertacionistas, el énfasis siempre estuvo, hipócritamente, en su preocupación por los pobres, a través del “Chile solidario” y “la protección social”, traducido en ayudas y bonos para aquellos que ellos definían como más desposeídos, haciendo uso y abuso de los ingentes recursos que les proveía el sistema económico heredado, que ellos abominaban.

Sin embargo; si miramos retrospectivamente lo ocurrido en esos 20 años, observamos que, prácticamente, toda la actuación de esos gobiernos, estuvo dirigida a beneficiar al sector de mayores ingresos del país. Partieron subiendo el impuesto más regresivo, el IVA, que afecta precisamente a los más pobres, con la promesa de volverlo a su nivel, lo que nunca fue cumplido. Por otro lado, mantuvieron un dólar bajo permitiendo al sector más acomodado la adquisición de exóticos suntuarios y viajar en masa al exterior. En el intertanto, a esos mismos beneficiados, les construían estupendas carreteras y autopistas urbanas para que no estropearan sus vehículos de última generación, que habían conseguido gracias al bajo valor de la divisa, mientras a los santiaguinos, les “regalaban” el Transantiago para que los más pobres, que son quienes lo utilizan, gozaran del peor servicio de transporte que haya memoria.

            Por otra parte, los exportadores con un dólar bajo, evidentemente, dejaron de invertir y disminuyeron la contratación de mano de obra; afectando nuevamente a los mas  pobres que vieron disminuidas sus fuentes de trabajo.

                        Finalmente, como guinda de la torta, en esos 20 años se abrieron una enorme cantidad de casinos de juego, para el deleite y divertimiento del sector más adinerado de la población, que es el único que puede dedicar dinero a esos menesteres; porque, me es muy difícil creer que los pobres, se estén dando el lujo de tirar su dinero a los dados.                        

                        Al parecer, la preocupación de los gobiernos concertacionistas por los pobres, no pasó de ser un eslogan de muy mal gusto, a menos que crean que dicha preocupación se manifiesta con los bonos que, de vez en cuando, se les entregaba a los que ellos estimaban más necesitados. La verdad es que todo lo expresado, demuestra fehacientemente que la pobreza es, efectivamente,  el combustible de este mal llamado progresismo y por esa razón, han hecho todo el esfuerzo por mantenerlo latente; pero, tratando de convencernos de lo contrario, con una campaña comunicacional extraordinaria, consiguiéndolo en gran parte de la población.

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