viernes, 18 de noviembre de 2011

NUESTRA DEMOCRACIA

            La democracia que tanto alardea nuestra clase política, más que un sistema de gobierno, es una forma de vida que, al parecer, muy pocos la practican. Es así como la gran mayoría la entiende, exclusivamente, como la elección de autoridades por voto popular y las propias autoridades, una vez elegidas, se convierten en verdaderos reyezuelos en el trato hacia la ciudadanía y en el uso y abuso de los recursos del estado, ante la total pasividad de esa misma ciudadanía que las eligió.
La cultura cívica que permite sostener una democracia sólida es muy simple y consiste en el reconocimiento y respeto de toda la ciudadanía, tanto a las normas básicas de convivencia que es la Constitución, y a las Instituciones de la República. Desgraciadamente, en Latinoamérica no ha existido ese reconocimiento y respeto a las instituciones republicanas; permitiendo continuos cuartelazos que periódicamente han interrumpido cortos periodos democráticos muy precarios; siendo nuestro país uno de los pocos que puede demostrar cierta estabilidad en periodos más largos. En definitiva, en el único país en que la democracia se ha consolidado ininterrumpidamente en el tiempo es en los EE.UU., por la simple razón que todas las autoridades reconocen y respetan, como lo más sagrado, sus instituciones. Partiendo por su constitución, que en más de 200 años ha sufrido menos de 30 enmiendas, de las cuales, no más de 10 se refieren a cambios de orden político.
            Cuando nuestra anterior presidente doña Michelle, en uno de sus viajes a EE.UU. lanzó un chiste de muy mal gusto, señalando que en ese país no había golpes de estado; porque, no existía una embajada de EE.UU., estaba tremendamente equivocada. Ella era, precisamente, quien debería conocer mejor que nadie su error, al haber apoyado a un gobierno como el de Allende que utilizó, hipócritamente, la constitución para acceder al poder, declarando luego que no la respetaba por burguesa y oligárquica y una vez en el ejercicio del éste, pisoteó las instituciones y se mofó de la propia constitución lo que provocó, en definitiva, el golpe de estado, en el cual la participación de la embajada norteamericana fue solo circunstancial; porque, si Allende hubiera reconocido y respetado las Instituciones de la Republica, con o sin esa embajada, no habría ocurrido el golpe de estado. Para que decir lo ocurrido en los otros países del continente, con antecedentes mucho menos democráticos que el nuestro, en que las constituciones y cuartelazos se sucedían unas tras los otros.
            Esta forma de enfrentar la democracia está tan enraizada, que hoy día siguen habiendo autoridades tan inconsecuentes, que han postulado a sus cargos utilizando la constitución y gracias a ella han accedido al poder, ejercen los cargos y reciben contraprestaciones en dinero del estado por su labor y en su discurso, la desconocen por espuria y producto de la dictadura. La mínima consecuencia, honestidad y decencia que debería esperarse de un ciudadano que no reconoce nuestra base de convivencia, es que no se postule a un puesto de autoridad, amparado por esas normas que no respeta y desprecia. Muy distinto es postular cambios constitucionales bajos la normativa de la propia constitución.
            Ninguna de las constituciones que han regido nuestro país han sido de un origen impoluto; pero, todas han permitido que la ciudadanía, a través de sus representantes, puedan adaptarlas a los tiempos y a las necesidades de nuestra sociedad. La actual constitución, fue aprobada originalmente por votación popular que podría ser discutible; pero, posteriormente fue refrendada en el plebiscito de 1988 con una de las participaciones más altas de nuestra historia, para volver a aprobarla con varias modificaciones por un nuevo plebiscito en 1989. Posteriormente, la ciudadanía y muy especialmente las autoridades elegidas, han refrendado la validez de la constitución vigente en repetidas votaciones populares, junto con la incorporación de una gran cantidad de modificaciones, Por lo tanto; en nada es espuria y como resabio de la dictadura, no queda siquiera, la firma del dictador.
            En su comportamiento, nuestras autoridades, muestran ciertos resabios monárquicos en su trato con la ciudadanía, siendo ellos unos vulgares mandatarios de dicha ciudadanía. La lista de estas actitudes es muy profusa y vergonzosa, desde el uso de vehículos fiscales para vender hortalizas, hasta el robo abierto de recursos financieros y nepotismo en la administración pública. Esta corrupción y utilización del aparato del Estado en beneficio de quienes ostentan el poder, no son meras irregularidades o falta de transparencia, como tratan de hacerlo ver los medios de comunicación; estas actitudes, si no son ilícitas son una inmoralidad que reflejan, nítidamente, que las autoridades no saben qué es efectivamente una democracia; sintiéndose dueños del país y de sus recursos mientras ostentan el poder.
            Mientras no cambie la cultura nacional para entender la democracia como un régimen en que, además de la elección de las autoridades por voto popular, estas autoridades deben saber que los recursos fiscales puestos a su disposición, son de todos los chilenos y no de su uso particular, que ellas son las primeras que deben cumplir la legislación y que le deben respeto a sus mandantes, desde el más humilde poblador del país hasta el ciudadano de mayor jerarquía. Si esto no ocurre, podrán promulgarse todas las leyes de probidad que se quiera y la corrupción seguirá aumentando.
            Quisiera referirme a dos actitudes de las autoridades que son muy vistosas para la ciudadanía y que frecuentemente observamos en los 20 años de gobierno de la concertación y que, desgraciadamente, han continuado con el nuevo gobierno; me refiero en primer lugar, al uso de regimientos de policías escoltas para movilizar autoridades dentro del área urbana, incluida la movilización escolar de sus hijos; costumbre tan arraigada en nuestra sociedad que, una ministra del anterior gobierno, relataba a una revista de farándula, como una anécdota simpática, las vicisitudes con sus escoltas en las caravanas que cada mañana partían con sus hijos a diferentes colegios de Santiago, para terminar en sus oficinas del ministerio.
            En segundo término, creo que todos hemos sido testigos alguna vez del paso de nuestras autoridades por las carreteras de Chile, con amplias comitivas, atropellando a medio mundo sin respeto alguno a las leyes del tránsito y menos hacia sus mandantes que es la ciudadanía toda. En honor a la verdad, estas actitudes prepotentes las inauguró el “Compañero Presidente” y  continuaron multiplicadas por cuatro en el gobierno militar, aunque durante ese período, al menos  no se jactaban de ser democráticos. Sin embargo, es inconcebible hoy, cuando los dirigentes políticos hacen “gárgaras” con la  democracia y apenas son elegidos, se sienten de inmediato con autoridad para abusar y no cumplir las leyes. Y no se diga que los despliegues de fuerza en las comitivas de la autoridades, corresponden a medidas de seguridad, para proteger la integridad física de ellas; porque, para una real seguridad, sería mejor que el paso de las autoridades ni siquiera se notara y por otra parte, si las autoridades temen por su seguridad personal, antes de asumir el cargo deberían rechazarlo o sencillamente, no postular a cargos tan peligrosos. Nadie es obligado a ejercer un cargo público.
            Está en la esencia de la democracia como un sistema de gobierno, que las autoridades deben sentirse servidores de sus mandantes, respetándolos en todas sus actividades, desde cuando pasan por la calle hasta cuándo deben atenderlo en cualquier oficina a la que acuda el más humilde de los ciudadanos. Desgraciadamente, la cultura actual es totalmente opuesta; las autoridades se hacen elegir para obtener prebendas para ellos y esperan sumisión de la ciudadanía con la que abusan, en lugar de ser los primeros en cumplir las leyes y los más respetuosos con sus semejantes.

1 comentario:

  1. Bienvenido a la blogósfera.
    Primero sobre su post. Estados Unidos es una democracia, precisamente, porque desconfían de sus gobernantes.

    Les invito a participar en lo siguientes blogs:
    http://www.aullidosdeperros.blogspot.com/
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    No tema comentar. Se dará cuenta que estará con personas que piensan igual que usted.

    saludos

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